FONDO DE INFORMACIÓN Y DOCUMENTACION EN LINEA
PROGRAMA DE PRE-ESPECIALIZACIÓN
Vicente Gámez Bastén
Área de Ordenamiento Territorial y Diseño Urbano.
I.- Identificación de la Asignatura
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II.- Descripción de la Asignatura
A.- Presentación general de la asignatura:
Su objetivo principal es lograr que el alumno desarrolle capacidades y competencias para analizar y comprender los procesos de desarrollo urbano que se administran desde el gobierno central en forma multisectorial (MINVU, MOP, CONAMA, Mineduc, etc) y que se traducen operacionalmente en proyectos de diseño urbano, especialmente en el ámbito de la gestión local.
B.- Competencias genéricas:
Se orientan a fortalecer una comprensión analítica de los procesos de implementación y gestión de políticas de desarrollo urbano a nivel local, ejecutadas mediante planes, programas y proyectos de diseño urbano y arquitectónico con un enfoque sistémico virtual (modelos de gestión) y en un escenario de factores condicionantes realista (prediagnóstico en documentación oficial: PLADECO, PRC, PRMS, etc.)
La gestión de la ciudad actual es competencia de responsables políticos, la ciudadanía organizada y también de una diversidad de profesionales: arquitectos, ingenieros, geógrafos, sociólogos, ecólogos, paisajistas, diseñadores, juristas, economistas, artistas, comunicadores, politólogos, gestores culturales, etc. Pero no hay conjunción de conocimientos sin un lenguaje básico común, no hay integración de prácticas sin el hábito de gestión compartida.
En un curso sobre esta temática se pretende estimular la producción de conocimientos y de procesos formativos transversales para producir así pautas de comportamiento, actitudes y lenguajes comunes a diversas disciplinas que intervienen en el desarrollo urbano y que sirvan a lo largo de toda su experiencia profesional.
C.- Relación con otras asignaturas:
Taller de Diseño Urbano (aplicación práctica)
Planificación Urbana (implementación de planes)
Seminario de Investigación (modelos de investigación operativa)
D.- Carácter de la actividad:
Discusión teórica y conceptual
Práctica en laboratorio de análisis operativo.
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III.- Identificación de las unidades del programa
A.- Introducción al problema: nuevas demandas de desarrollo urbano, viejos instrumentos de planeamiento urbano…
La ciudad es el gran reto de nuestra época. Es el lugar de encuentro de los flujos, donde éstos se concentran y se organizan. Flujos de bienes y servicios, de informaciones y de culturas, de poblaciones inmigrantes y de turistas, de capitales y de actividades, etc. La ciudad es la condensación de la globalización, de sus oportunidades y de sus aberraciones, de sus inclusiones y de sus exclusiones, de su universalismo y de su multiculturalismo, de la estandarización de las ofertas y las demandas y de las reacciones identitarias que este proceso suscita. Por todos ello es que el urbanismo en un sentido amplio, entendido como utopía social, ordenación programática y del futuro, regulación normativa del presente, es hoy una disciplina que debe recuperar la capacidad integradora de sus orígenes, sin prescindir de la diversificación de conocimientos y prácticas profesionales del presente.
La complejidad de los problemas que el país ha ido enfrentando ha planteado nuevos desafíos a la "manera de hacer las cosas". De esta forma, en el ámbito urbano, las últimas dos décadas al menos, se han explorado diversos modelos de gestión respecto de la acción del Estado en las ciudades. A la luz del estado actual de las ciudades se está instalando la urgencia por desarrollar una planificación urbana moderna en que la gestión urbana sea capaz de estar a la altura de las nuevas demandas, como lo es pensar en la sustentabilidad del desarrollo del país.
La gestión urbana tiende a ser entendida coloquialmente como la manera de hacer que las cosas ocurran. Por esta razón, se tiende a relacionar a la gestión más bien con la implementación de los proyectos y en especial, con su financiamiento. Considerando un país de los últimos años concentrado en la eficiencia en el usos de los recursos públicos y la eficacia de sus acciones, podríamos entender que ha sido la gloria de la gestión por sobre la planificación.
B.- Marco de referencia conceptual y práctico: del planeamiento centralizado a la gestión urbana local.
La planificación es una herramienta o instrumento que debiera apoyar y contribuir a una informada toma de decisiones, no por ello constituyéndose en la forma de gobierno. Entre las áreas temáticas a resolver, referidas a la planificación local, están entre otras: la definición de cómo se inserta y relaciona con la planificación central; la creación de instrumentos de diagnóstico y preparación de proyectos que se ajusten a las capacidades y recursos del aparato público local, y que a la vez contribuyan a la participación comunitaria; la tecnificación gradual de las propuestas de planes y modelos de gestión; mecanismos para la concertación de intereses y actores para el logro de fines específicos; la reflexión permanente en torno a las opciones más adecuadas para la solución de los problemas; la conceptualización de éstos como fuente de oportunidades; el progresivo enriquecimiento de su acción más allá del plano o modelo físico; la introducción de conceptos operacionales como negociación y evaluación de proyectos.
En el caso chileno, es necesario identificar las características que debería tener una gestión urbana adecuada a los nuevos desafíos. Como marco general, se plantea que la orientación hacia una planificación urbana que asegure el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes de la manera más equitativa posible se ha tomado en algo fundamental. Más allá de un conveniente análisis respecto de por qué la planificación urbana pasó a planos secundarios, es necesario concentrarse en las condiciones para fortalecer la intrínseca relación entre planificación y gestión.
Asumiremos que mientras estuvimos preocupados principalmente por enfrentar los déficits urbanos, los recursos disponibles fueron encontrando su camino. En esta línea, el Sistema Nacional de Inversiones con su Banco Integrado de Proyectos ha aportado a la focalizada asignación de recursos, en especial bajo gobiernos que han priorizado el enfrentamiento de la pobreza. No obstante, el desarrollo actual de Chile donde las carencias más evidentes están disminuyendo, exige perfeccionar las maneras de equilibrar el logro de objetivos inmediatos y la instalación de metas a mediano y largo plazo, como lo son las relacionadas al cambio climático.
No podemos entender la planificación disociada de la gestión ni viceversa. La deseada planificación estratégica es intrínseca a la gestión, ya que es el nexo entre el conocimiento y la acción (toma de decisiones). Estas decisiones comprenden una serie de fases desde el diagnóstico y definición de problemáticas (necesidades, oportunidades o tendencias), la fase de planificación (con la definición de objetivos y estrategias), la fase de diseño (arquitectura y especialidades), la fase de ejecución (implementación) y la fase de mantención. En consecuencia, se debe entender a la gestión urbana operando desde lo táctico, pero bajo un permanente chequeo del cumplimiento de los objetivos estratégicos.
C.- Laboratorio de modelación operativa: Hacia la reconstrucción de modelos de gestión urbana local
La apertura de los gobiernos locales, caracterizada por la incorporación de la participación al sistema de administración, la salida al terreno en búsqueda de la realidad (y no sólo la definición de ésta al interior del edificio consistorial), permite identificar opciones diferentes de enfrentamiento y solución de los problemas, ampliar la capacidad de generación de iniciativas locales que contribuyan a la identificación del gobierno local con su comunidad, al desarrollo de la capacidad de crítica y autocrítica en el marco de autoridades de representación democrática, y a la puesta en práctica de esfuerzos de coordinación y convergencia de recursos tradicionales y no convencionales en torno a proyectos y programas de adelanto local.
Luego, cambian o debieran cambiar positivamente las relaciones entre el municipio y la comunidad, entre el municipio y el gobierno central, entre el sector público y el privado en la escala local. El dividendo positivo debiera ser una administración de mayor eficiencia, mejores niveles de calidad de vida, reducción de los costos públicos de operación y mantención de los servicios, un interés público en el gobierno y gestión local, e incluso nuevas relaciones entre el ciudadano y el medio urbano.
En este marco, el agente público no solo es gestor/actor (sujeto del presente enfoque), sino que lo es también todo aquel individuo o agrupación que idea, promueve, ejecuta y administra acciones de desarrollo en el territorio local, sean éstas físicas, sociales, económicas, o de otro tipo. Se caracterizará al gestor porque en la búsqueda de la materialización de sus iniciativas deberá coordinarse con otros gestores, fijar prioridades, promover economías de todo tipo, aportar con su proyecto a otros.
Una primera reflexión debe referirse a que el reformulado concepto de gestión implica para la autoridad local una modificación de sus roles y atribuciones, tendientes a dotarla de mayores niveles de autonomía, independencia financiera y discrecionalidad en la toma de decisiones, permitiéndole así asumir un papel dinamizador, generador y de promoción del desarrollo local; se diferencia, así, de concepciones de administración basadas solamente en el control de la ocupación y transformaciones del espacio urbano, y de la provisión de algunos servicios básicos.
Un segundo elemento, propio del concepto de gestión urbana, es la modificación del enfoque de análisis y propuesta, desde un paradigma de acción que coloca al municipio y a la administración urbana como proveedor de servicios y ejecutor de obras de infraestructura (que por lo tanto evalúa su gestión en función de la consecución de ciertas metas de adelanto), hacia otro que, recogiendo la importancia de las obras y acciones de habilitación del espacio urbano, recoge también la importancia de analizar y operar en la dimensión del proceso de gestión y de administración de dichos productos.
En tercer lugar, se presenta la noción que el gobierno local, con sus recursos y atribuciones, está llamado a ser no sólo eficiente en la operación de ciertas funciones o servicios a la comunidad -meta de por sí difícil de alcanzar- sino que además de ello tiene que contribuir al desarrollo mediante esfuerzos especiales de inversión, mediatización, evaluación y presentación de proyectos e información. Ello hace imperiosa la necesidad del desarrollo y consolidación de los gobiernos locales en nuestro país; esto, con el objeto de ser más eficientes en la captación, inversión y gasto de los recursos comprometidos en el desarrollo urbano.
Estos supuestos abren un campo de propuestas distintas que incluye, por ejemplo, el fortalecimiento de mecanismos participativos de toma de decisiones, la conceptualización del gobierno local como facilitador de procesos de habilitación ambiental que se dan en forma espontánea, la concreción de instancias de trabajo mixto público-privado, la privatización de los servicios, la planificación de carácter indicativo, un revisado concepto en materia de legislación y ordenanzas, espacios de negociación para los proyectos, la coordinación como elemento central y no sólo adjetivo, el fomento de los procesos de participación en la gestión de servicios y el manejo de información para la toma de decisiones.
Así, y sin perder de vista el objetivo institucional principal, se pueden incorporar al proceso organizado de desarrollo urbano, nuevos actores, recursos y técnicas, como aportes efectivos y positivos al proceso de construcción del asentamiento. En esta perspectiva, la noción de gestión urbana, como extensión del concepto de administración, se enriquece al incluir el "espacio" (si así puede llamarse) que está entre el hecho físico, producto o servicio provisto en un extremo y, en el otro, la institución de coordinación, provisión o administración.
D.- Aplicación al taller de Diseño Urbano: planes operativos o tácticos de gestión urbana local…
En el ámbito de la experiencia chilena del planeamiento urbano, el foco territorial de la gestión implica asumir por ejemplo, que los planos reguladores no bastan para planificar ni gestionar las ciudades. Los actuales instrumentos de planificación territorial (planos reguladores comunales, intercomunales y regionales) requieren ser integrados de manera efectiva con los instrumentos estratégicos disponibles (PLADECO en el caso de las comunas) y generar planes directores (instrumentos de gestión territorial) o planes de gestión urbana (intersectorial) que se concentren de articular las decisiones que afectan el territorio, en especial, las inversiones urbanas. Estos planes deberían transformarse en las herramientas políticas clave de las autoridades locales y en un instrumento de comunicación con los diversos actores que toman decisiones en ministerios y gobiernos regionales.
La integración parece ser extremadamente obvia, pero incluso así las inversiones regionales, locales y sectoriales hoy corren por caminos independientes sin tener como parte de sus objetivos su articulación. Se vislumbra la necesidad de contar con instrumentos que promuevan la integración intersectorial y multiescalar. Todo esto implica el perfeccionamiento del potente Sistema Nacional de Inversiones incorporando la evaluación integrada de inversiones como complemento de la tradicional evaluación social individual de los proyectos. En este sentido, el Programa Ciudades Bicentenario de la SUBDERE y el BID, los Estudios de Tendencias MINV U y el Programa Quiero Mi Barrio del MINVU se pueden reconocer como avances recientes.
Otra manera de reconocer las diferencias que presentan las áreas urbanas es la modernización y/o reactivación de los incentivos territoriales como el Subsidio de Renovación Urbana, el Subsidio de Rehabilitación Patrimonial y el Subsidio de Desarrollo Prioritario. Asimismo, la aparición de nuevos mecanismos como los bonos transables que han sido parte de la discusión para la modificación de la Ley de Urbanismo y Construcciones, abriría todo un campo para la integración de incentivos temporales y la ejecución de proyectos urbanos que los complementen.
Si entendiéramos el rol del Estado no como el principal constructor, sino como el principal facilitador, sus acciones deberían estar orientadas a la generación de instancias de asociatividad. Los componentes de la gestión urbana van más allá de lo físico espacial. Entender la gestión urbana como una manera de repartir riesgos (conflictos) y beneficios obliga a trabajar en función de la asociatividad y a buscar cómo promoverla, incentivarla y capitalizarla. Existen diversas maneras de acometer esta asociatividad, a través de sociedades especiales, pero por sobre todo, se necesita la voluntad de querer hacerlo y la convicción de que es necesario.
Entenderemos aquí que una gestión urbana capaz de incorporar las singularidades propias de las ciudades y sus barrios, es la base para la promoción de la participación de diversos actores públicos y privados en la construcción de su medio ambiente y en la capitalización de sus beneficios. Aquí nos acercamos al eje del planteamiento de los nuevos enfoques de planeamiento urbano, donde la gestión urbana se basa en la capacidad de concertarse y de sumar intereses y propuestas de los diversos entes involucrados. Este enfoque exige una escala que permita la participación ciudadana en torno a un foco de interés común que motive y asegure un compromiso.